Calentamiento global
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El calentamiento del planeta no deja lugar a dudas, y muchos de los cambios observados desde 1950 hasta hoy no tienen precedentes: los océanos y la atmósfera se han calentado, la cantidad de hielo y nieve ha disminuido, los niveles del mar han subido y han aumentado las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. La crisis climática podría convertirse en irreversible, y esto se debe principalmente a las emisiones de gases de efecto invernadero, por los cuales la temperatura podría aumentar entre 3°C y 6°C antes de finales de siglo.

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El efecto invernadero

Es un fenómeno natural causado por la presencia en la atmósfera de algunos gases que se comportan como las paredes de un invernadero y retienen una parte de las radiaciones solares que entran en la atmósfera y que causan un aumento progresivo de la temperatura terrestre

En niveles “normales”, este efecto es útil porque retiene la cantidad de calor necesaria para el desarrollo de las formas de vida.

En el último siglo, el uso desmesurado de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, la deforestación, las actividades industriales, el tráfico automovilístico, aéreo, naval, etc. han aumentado los niveles de dióxido de carbono atmosférico (CO) y de otros gases de efecto invernadero, lo que ha causado una rápida subida de la temperatura media del planeta (+1,0 °C respecto a la época preindustrial). Los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre son el vapor de agua (HO), el dióxido de carbono (CO), el óxido de nitrógeno (NO), el ozono (O) y el metano (CH).  Aunque el peligro es evidente, la concentración de dióxido de carbono (CO) continúa subiendo. El último documento de las Naciones Unidas, “Emission Gap Report 2019”, informa de que las emisiones de CO fósil derivadas del uso de energía y de la industria aumentaron en un 2,0 % en 2018, alcanzando la cifra récord de 37.500 millones de toneladas de CO al año. 

Durante muchos miles de años, los niveles de CO en la atmósfera han oscilado entre 170 y 280 partes por millón (ppm); empezaron a aumentar a partir del inicio de la era industrial y desde 2013, han superado las 440 ppm. Nunca antes el ser humano había respirado un aire tan saturado de CO.

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Descongelación de la criosfera

En las últimas décadas, debido al calentamiento global se ha observado un retroceso generalizado de la criosfera, es decir, se han reducido los casquetes polares, los glaciares y las superficies de suelo congelado. 

En febrero de 2020, las temperaturas máximas de la Antártida han alcanzado picos de +18,0 °C. Es un hecho innegable que desde 1970 el océano se ha calentado globalmente sin parar y ha absorbido más del 90% del calor excesivo del sistema climático.

Desde 1993, la tasa de calentamiento de los océanos parece haberse duplicado. Además, los océanos han sufrido una creciente acidificación superficial debido a la absorción de CO. Los cambios ocurridos a nivel de los océanos y de las zonas heladas del mundo debido al calentamiento global causan efectos negativos e imprevisibles sobre el clima, a menudo catastróficos.

Scioglimento della Criosfera

El calentamiento global tiene numerosos efectos negativos en la salud, especialmente en las ciudades donde, durante las olas de calor, la temperatura puede llegar a aumentar 5,0 °C más que en las zonas rurales circundantes (se definen como “islas de calor”). Las olas de calor pueden causar un aumento de la mortalidad por enfermedades respiratorias, isquémicas cardíacas, circulatorias y cerebrovasculares, y se están estudiando también otros efectos como el aumento de los nacimientos prematuros y la diabetes. 

Además, el calor, junto con la humedad, hace que nuestras ciudades sean más propensas a albergar vectores (como los mosquitos) de enfermedades infecciosas como el dengue, las enfermedades transmitidas por las garrapatas, el virus del Nilo occidental, etc.

El calor, junto con la sequía, puede poner en peligro los cultivos, la cría del ganado y las capturas pesqueras, con las consecuencias que ello tiene en la nutrición y en la supervivencia.  También puede favorecer la proliferación de bacterias micotóxicas, con los riesgos de contaminación de los alimentos y del agua potable que eso conlleva. En los países más pobres, todo esto se traduce en la pérdida de medios de subsistencia, en pobreza y en la necesidad de migrar, lo que afecta de forma negativa a la salud: enfermedades mentales, infecciones, desnutrición, riesgos físicos, intoxicaciones, etc.

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